miércoles, 28 de agosto de 2013

UN PAÍS ESQUIZOFRÉNICO

Vivimos malos tiempos en España. Hace poco más de 5 años parecíamos vivir en un paraíso. Todo iba viento en popa. El paro era el más bajo de toda la historia, un 8%, algo nunca visto en nuestro país. Pero todo era un espejismo, fruto de una burbuja que tarde o temprano iba a estallarse, y que iba a dejar ver las miserias de una economía que está lejos de ser moderna. La explosión de dicha burbuja se precipitó por una crisis a nivel mundial que nadie preveía. Los acontecimientos se desencadenaron y desnudó a un país que estaba emperifollado, donde las cosas parecían mejor de lo que en realidad estaban. La construcción era el motor económico de nuestro país, construcción que, por cierto, funcionaba gracias a las corruptelas políticas de alcaldes y presidentes autonómicos, en su mayoría del PP, aunque también del PSOE y de partidos nacionalistas como CIU. Se hicieron verdaderas barbaridades, se construyeron barriadas fantasma, sin la certeza de poder vender todas aquellas viviendas con aquellos precios desorbitados, sin colegios, ni centros de salud y sin apenas comercios. Se construyeron aeropuertos sin pasajeros, se acometieron obras faraónicas innecesarias, sólo con la intención de beneficiar a amigos de los dirigentes políticos de turno. Las administraciones públicas se endeudaron hasta las trancas pues pensaban que la gallina de los huevos de oro nunca dejaría de poner. Pero llegó el crack, y quedaron al descubierto nuestras verguenzas. Y en estas estamos. Hay que pagar la deuda. El país se endeudó, pero no para que los ciudadanos viviésemos mejor, que es para lo que debe endeudarse un país, se endeudó para beneficiar a algunos empresarios que ahora cuando pintan bastos, han huído hacia los emergentes, dejando con el culo al aire a millones de españoles. Como decía, hay que pagar la deuda. ¿Y como la pagamos? Pues según el Gobierno de Rajoy, cargándose el Estado de Bienestar. De tener una de las mejores sanidades del mundo, pasamos a tener una Sanidad caótica y con visos de privatizarse. La Educación va a pasar a ser un bien de lujo, con las becas en mínimos históricos. El paro al 26%, tasa que demuestra el fracaso absoluto de este país, con su gobierno a la cabeza. La mitad de la juventud sin empleo, lo que hace que muchos de ellos se hayan ido. No hay mayor fracaso para un país que sus jóvenes, muchos de ellos preparadísimos, se vayan fuera y sean partífices del enriquecimiento humano, social, y económico de otro país donde las cosas sí se estén haciendo bien. Ante este panorama los ciudadanos de bien nos sentimos desamparados. Los partidos políticos están más preocupados de tapar sus casos de corrupción para ganar elecciones y seguir chupando del bote que de solucionar los problemas del país, los grandes empresarios recogen beneficios y se van a buscar El Dorado a los países emergentes olvidando que se hicieron ricos en la vieja España, Europa está a por uvas, controlada ferozmente por Alemania, mientras los países del sur de Europa se desangran. Los banqueros echando a la gente de sus casas, con el permiso del Gobierno y sin dar crédito, habiendo sido rescatados con nuestro dinero. En medio de todo este revuelo, y haciendo leña del árbol caído aparecen los independentistas catalanes, tratando de culpabilizar sólo al Estado de la miseria de sus gentes, olvidando que ellos han gobernado Cataluña años y años, ¿algo de culpa tendrán no?, y tratando de sacar rédito electoral de una situación dificil para los ciudadanos y prometiéndoles el fin de sus penas cuando consigan una hipotética e imposible independencia. Lo peor es eso. Ellos saben que no cabe la independencia, que sería un suicidio y que el Estado no lo va a permitir, pero aún así siembran el odio en Cataluña manipulando a sus gentes que ven en España la culpa de sus problemas. La situación es esquizofrénica. Dan ganas de parar España y bajarse. Dan ganas de cargarse de arriba a abajo este país y volver a construirlo. ¿Qué podemos hacer? ¿A quién podemos acudir? Creo que la solución está en nosotros. La solidaridad mantiene a flote a este país. Pero tenemos que volver a la calle. Seguir luchando. Y castigar a quienes nos han llevado hasta aquí, a todos. Creo que pueden existir alternativas. Busquemos algún proyecto ilusionante, sensato. Las situaciones difíciles requieren decisiones sensatas, no rupturismos imposibles. Quizá haya que refundar este Estado. Volvernos a sentar todos y hacer de España un proyecto ilusionante para sus ciudadanos, un país que mire al futuro con ganas y no con miedo.

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